Piernas cruzadas (Birmana, Medio Loto o Loto):
Esta es la forma más común de meditar. Consiste en sentarse sobre un colchón o colcha de cama doblada cruzando las piernas. Es importante evitar "pinchar" u obstruir los pies con las piernas. Así se evita dolores o calambres. Para esta posición se puede sentar sobre un cojín (Zafu) o sobre varias toallas dobladas hasta encontrar una altura que le sea conveniente. En dicho cojín o en las toallas se debe sentar en el borde delantero de las mismas para que las rodillas toquen el suelo o el colchón. Es importante que las rodillas queden tocando el suelo o el colchón. Si las rodillas quedan levantadas, estará transfiriendo el peso del cuerpo hacia la espalda y tendrá dolores. Por ello, las rodillas deben tocar el colchón como si sostuvieramos el cuerpo con ellas. Dos variaciones de esta postura son las conocidas como "semi-loto" y "loto". En "semi-loto" uno de los laterales de uno de los pies se sube y se recuesta en el muslo de la pierna contraria. En el "loto" los dos laterales del pie se recuestan sobre el muslo contrario. Esta última es la posición tradicional pero muchas veces resulta muy incómoda. Hace falta mucho tiempo y flexibilidad para lograrlo. Por ello, recomendamos que tan sólo se siente con las piernas cruzadas.
Notas importantes:
En todas las posturas anteriores, el torso del cuerpo y las piernas no deben quedar en un ángulo de 90 grados o quedar "hundidos" (como nos sentamos normalmente en una silla de comedor o en un sofá). Más bien, el torso del cuerpo debe quedar ligeramente levantado. Por ello, nos sentamos sobre un cojín. De esta manera, levantamos ligeramente el torso del cuerpo. Así evitamos dolores de espalda y permitimos que diafragma no se obstruya y se pueda tener una respiración fluida y sin esfuerzo.
Todas las posturas son incómodas. No hay una postura que resulte totalmente cómoda. Sobre todo nos dará calambres durante el tiempo de meditación. Con el tiempo esa sensación no mejora sino que nos acostumbramos a ella y le restamos importancia.
Para contemplar hay que tomar una postura corporal. El cuerpo tiene que asumir una forma de estar. Normalmente, cuando hablamos de tomar postura pensamos en tener una idea, una creencia o una doctrina filosófica. En el Zen no se trata del pensamiento o de tener ideas sino de tener una posición del cuerpo. Esto es contrario a la enseñanza occidental de enfatizar en el pensamiento o en la palabra escrita o hablada. De lo que se trata es de asumir una posición corporal y aprender desde el cuerpo mismo y no desde la mente. Nuevamente, no se trata, como en la tradición occidental, de un aprendizaje a través de la palabra o del pensamiento. Se trata de un aprendizaje por medio del cuerpo o de una forma de estar. Si estás familiarizado con las artes marciales, con el Tai Chi, el Yoga o algún deporte sabrás que muchas de estas prácticas enfatizan en el aprendizaje corporal o la forma en que se posiciona el cuerpo. Por ejemplo, un golfista o un tenista saben que no se le da a la bola con el palo de Golf o con la raqueta sino con el cuerpo y el movimiento corporal que se realiza. Lo mismo ocurre con las artes marciales o con el Yoga. Por ello, para contemplar asumimos una postura corporal que nos permita estar atentos por un periodo relativamente largo de tiempo. Podemos meditar por 20, 30 minutos o más. Sin embargo, recomendamos que si está comenzando a realizar la práctica puede comenzar con tan sólo 5 a 7 minutos y luego que vaya sintiéndose familiarizado con a práctica puede ir agregando más tiempo a su práctica.
Se puede meditar de muchas maneras: acostado, sentado, parado o en movimiento. Sin embargo, para iniciar en la práctica se recomienda que asuma la posición sentada ya que es mucho más estable y permite mantener la atención. Si meditamos parados llegará el momento en que, por el peso del cuerpo, necesitaremos recostarnos. También, si meditamos acostados, podemos quedarnos dormidos. Por tal razón, meditar sentados en la forma más recomendable para comenzar en esta práctica.
La posición de la espalda es uno de los elementos más importantes a tener en cuenta. En cualquier postura la espalda debe estar recta y no apoyarse en ningún objeto externo a ella. La postura la sostiene uno mismo con su cuerpo. Una idea que puede seguir es pensar que hay un hilo que lo hala desde la punta de su cabeza hacia el techo o hacia arriba. Trate de mantener la espalda recta sin tensar los hombros. La cabeza debe estar, igualmente, recta. Asegúrese de que la cabeza no quede doblada hacia arriba o hacia abajo. La espalda y la cabeza deben mantener en el mismo estado. Durante la meditación debe estar atento a ello ya que tendemos a ir doblando la espalda o bajando la cabeza mientras pasa el tiempo. La mirada debe ser hacia un punto en el suelo sin doblar la cabeza. No se trata de mirar hacia arriba o hacia adelante. Mantenga una mirada "suave" hacia el suelo. Normalmente, meditamos con los ojos abiertos mirando hacia el suelo. Hay personas que, con el tiempo y experiencia, pueden meditar con los ojos cerrados. Para ello, hace falta práctica para no quedarse dormidos o irse en el mundo del pensamiento. Por eso, recomendamos los ojos abiertos mirando suavamente hacia abajo.
Las manos deben estar en una posición llamada "Mudra". Tal y como muestra la imagen superior de esta página, esta posición de las manos consiste en colocar la palma izquierda de su mano sobre la palma derecha. Luego hace un círculo juntando los dos dedos pulgares pero sin presionarlos. Luego de colocar las manos en dicha posición puede colocarlas sobre su abdomen o reposarlas sobre su falda.
Por último, mantén la boca cerrada pero sin presionarla. No debes presionar la quijada sino manterla relajada. Muchos colocan la lengua tocando el paladar para facilitar la postura de la boca. Por su parte, la respiración debe ser natural y por la nariz, tal y como lo hacemos normalmente. No se debe forzar la respiración ni hacer respiración diafragmática. Tan sólo respira normal.
El lugar para meditar: Meditar es una actividad importante pero muy fácil de que sea interrumpida. A fin de cuenta, estamos sentados con los ojos abiertos y estamos plenamente conscientes de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Por ello, cualquier distracción puede interrumpirnos la práctica. Por ello, es importante que elijas un lugar de tu casa donde puedas tener un espacio donde haya el mínimo de distracciones posibles. Por ejemplo, sabemos que la cocina es un lugar donde se realizan muchas tareas y puede haber muchas distracciones. Quizás puedas elegir un espacio en la sala, un cuarto, una terraza o cualquier lugar que sepas que no tendrás interrumpciones por ruidos de la televisión, radio u otro artefacto. También es importante que apagues el celular o apagues las notificaciones. El celular se ha convertido en un distractor constante y puede interrumpirnos fácilmente la práctica. Dedícate unos minutos para meditar.
Como somos seres humanos de rituales, muchas veces es conveniente crear un pequeño ritual alrededor de la práctica. Eso ayuda a dar una estructura a la meditación y preparar el cuerpo para ello ya que creas un ritual simbólico que le deja saber a tu cuerpo que estás entrando a una práctica. Por ejemplo, puedes escoger una hora particular del día y meditar siempre a esa hora. También puedes prender una vela o un incienso o colocarte una ropa particular para ello. No recomendamos que pongas música ya que puedes distraerte con ella. La idea es crear una estructura para la práctica sin confundir ese ritual con la práctica misma. Ese ritual es tan sólo una ayuda para la práctica. Tampoco es indispensable hacerlo pero, al inicio, puede ser de una gran ayuda.